La hepatitis canina es una preocupación seria para los dueños de perros, y comprenderla es esencial para brindarle el mejor cuidado a tu mascota. En este artículo, exploraremos en profundidad cómo detectar esta enfermedad, los síntomas clave a los que debes prestar atención y las opciones de tratamiento disponibles para garantizar la salud y el bienestar de tu compañero canino.

¿Qué es la hepatitis canina?

La hepatitis canina es una enfermedad inflamatoria que afecta al hígado de los perros y que puede tener graves consecuencias para su salud. El hígado es un órgano vital que cumple funciones esenciales como la producción de bilis, la síntesis de proteínas, la desintoxicación de sustancias tóxicas y el almacenamiento de glucógeno. Cuando el hígado se inflama, se altera su funcionamiento normal y se pueden producir daños irreversibles en el tejido hepático.

Tipos de hepatitis canina

Existen diferentes tipos de hepatitis canina, según la causa que las origine. Algunas de las causas más comunes son:

  • Infecciones víricas: el virus de la hepatitis canina (CAV-1) es el agente infeccioso más frecuente que provoca esta enfermedad. Se transmite por contacto directo con la orina, las heces, la saliva o la sangre de perros infectados. El virus puede permanecer en el ambiente durante meses y resistir a muchos desinfectantes. Otros virus que pueden causar hepatitis canina son el parvovirus, el coronavirus, el adenovirus tipo 2 y el herpesvirus.
  • Infecciones bacterianas: algunas bacterias como Leptospira, Ehrlichia, Borrelia o Brucella pueden infectar el hígado de los perros y provocar una hepatitis bacteriana. Estas bacterias se transmiten por la picadura de garrapatas, pulgas o mosquitos, por el contacto con animales silvestres o por la ingestión de agua o alimentos contaminados.
  • Infecciones fúngicas: algunos hongos como Aspergillus, Coccidioides o Histoplasma pueden afectar al hígado de los perros y causar una hepatitis fúngica. Estos hongos se encuentran en el suelo, en las plantas o en el aire y pueden ser inhalados o ingeridos por los perros.
  • Enfermedades autoinmunes: en algunos casos, el sistema inmunitario del perro puede atacar a sus propias células hepáticas y provocar una hepatitis autoinmune. Se desconoce la causa exacta de este trastorno, pero se cree que puede estar relacionado con factores genéticos, ambientales o infecciosos.
  • Tóxicos: algunas sustancias químicas, medicamentos o plantas pueden ser tóxicas para el hígado de los perros y causar una hepatitis tóxica. Algunos ejemplos son el paracetamol, el ibuprofeno, el xilitol, el etilenglicol, los pesticidas, los metales pesados o las setas venenosas.

Síntomas y diagnóstico de la hepatitis canina

Los síntomas de la hepatitis canina pueden variar según la gravedad y la evolución de la enfermedad. Algunos de los signos clínicos más habituales son:

  • Fiebre
  • Anorexia
  • Vómitos
  • Diarrea
  • Ictericia (coloración amarillenta de las mucosas)
  • Aumento del tamaño del hígado (hepatomegalia)
  • Dolor abdominal
  • Hemorragias
  • Alteraciones neurológicas (convulsiones, ataxia, depresión)
  • Ascitis (acumulación de líquido en el abdomen)

Por su parte, el diagnóstico de la hepatitis canina se basa en la historia clínica, el examen físico y las pruebas complementarias. Entre estas pruebas se encuentran:

  • Análisis de sangre: se realiza un hemograma para detectar anemia, leucocitosis o trombocitopenia; una bioquímica para evaluar las enzimas hepáticas (ALT, AST, ALP, GGT), la bilirrubina, la albúmina y el tiempo de protrombina; y una serología para identificar posibles agentes infecciosos.
  • Análisis de orina: se realiza un uroanálisis para detectar bilirrubina, proteínas o cristales.
  • Ecografía abdominal: se realiza una ecografía para valorar el tamaño, la forma y la estructura del hígado; y para detectar posibles quistes, abscesos o tumores.
  • Biopsia hepática: se realiza una biopsia para obtener una muestra del tejido hepático y analizarla al microscopio. Esta prueba es la más definitiva para confirmar el diagnóstico de hepatitis canina y determinar su causa y su pronóstico.

Tratamiento para la hepatitis canina

El tratamiento para la hepatitis canina depende de la causa, la gravedad y la evolución de la enfermedad. Algunas de las medidas terapéuticas que se pueden aplicar son:

  • Tratamiento sintomático: se administra fluidoterapia, antieméticos, protectores gástricos, analgésicos y transfusiones sanguíneas según las necesidades de cada caso.
  • Tratamiento etiológico: se administra antibióticos, antivirales, antifúngicos o inmunosupresores según el agente causal de la hepatitis canina.
  • Tratamiento hepatoprotector: se administra suplementos nutricionales, vitaminas, antioxidantes o ácidos grasos esenciales para favorecer la regeneración y el funcionamiento del hígado.
  • Dieta hepática: se recomienda una dieta baja en proteínas, grasas y sodio; y alta en carbohidratos, fibra y agua para reducir la carga de trabajo del hígado y evitar la acumulación de toxinas.

Por su parte, la prevención de la hepatitis canina se basa en:

  • Evitar el contacto con perros enfermos o con fuentes de infección
  • Vacunar a los perros contra el virus de la hepatitis canina y otras enfermedades infecciosas
  • Desparasitar a los perros regularmente contra garrapatas, pulgas y mosquitos
  • Controlar el uso de medicamentos o sustancias tóxicas
  • Ofrecer una alimentación equilibrada y de calidad a los perros

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